Cuentan con una historia familiar cimentada a base de aprendizaje, perseverancia y humildad. Ellos mismos nos relatan los tiempos difíciles a los que se han tenido que enfrentar, y se enfrentan, para poder llevar a la mesa de los consumidores españoles un producto de calidad excepcional del que se sientan orgullosos, tanto los actuales propietarios, como Eduardo y Amada, sus padres y transmisores de la pasión por el ajo.
Eduardo padre, se emociona al relatar como desde la edad temprana de 6 años sacaba ajos de la tierra, de secano en aquellos tiempos, con sus padres y cómo acompañaba en carro a su padre a la feria a vender ajos. En aquella época los ajos se vendían en ristras, tejidos en forma de trenza, un trabajo artesanal que hoy en día solo unos pocos saben hacer.